El crecimiento sostenido de la minería en ambos países andinos impulsa su competitividad internacional, mientras naciones vecinas analizan las claves de su éxito para fortalecer sus economías.
El desarrollo minero de Chile y Perú ha convertido a ambos países en modelos de gestión económica y productiva en la región. Su capacidad para aprovechar los recursos naturales, atraer inversión extranjera y mantener estabilidad institucional ha despertado el interés de naciones como Colombia, Bolivia y Ecuador, que buscan replicar sus estrategias.
De acuerdo con el Centro de Estudios Públicos para Latinoamérica (CIEPLAN), la minería representa el 60% de las exportaciones y cerca del 10% del PIB en Chile, mientras en Perú equivale al 9% del PIB nacional. En conjunto, ambos países concentran cerca del 40% de las exportaciones mundiales de cobre, consolidando su liderazgo global en este mercado.
Chile mantiene su posición como principal exportador de cobre, con una industria dominada por este mineral (88% del total), mientras Perú diversifica su matriz extractiva con oro, plata, zinc y hierro. Esta combinación de especialización y diversidad productiva ha permitido que ambas economías se mantengan competitivas incluso en escenarios de volatilidad internacional.
En 2024, Chile exportó minerales por 60.554 millones de dólares y Perú alcanzó los 48.748 millones, superando ampliamente a Bolivia, que registró 4.723 millones, según cifras de Bolivia Verifica. Este contraste ha impulsado el debate sobre los modelos de gestión minera y su relación con el desarrollo económico.
El PIB per cápita chileno alcanzó en 2024 los 14.600 dólares, más del doble que el de Colombia (6.873) y superior al de Perú (6.711). La diferencia refleja la capacidad de ambos líderes mineros para transformar la extracción de recursos en crecimiento sostenible y diversificación productiva.
El éxito de Chile y Perú se explica, en gran parte, por la eficiencia de su gestión minera, el marco regulatorio estable y el impulso a la innovación tecnológica. Ambos países han desarrollado estrategias que integran la minería con el desarrollo local, la capacitación laboral y la protección ambiental.
Ejemplos como la mina Cerro Verde en Arequipa, que trata las aguas residuales urbanas para su reutilización, o las políticas de CODELCO y Antofagasta Minerals en Chile, centradas en la automatización y eficiencia hídrica, reflejan un cambio estructural hacia una minería más sostenible y de alto valor agregado.
Mientras Chile y Perú consolidan su liderazgo, países como Colombia y Bolivia enfrentan retrasos por trabas administrativas, menor inversión y presencia de minería ilegal. En el caso colombiano, las exportaciones legales de oro alcanzaron los 3.000 millones de dólares, frente a los 9.000 millones del Perú, lo que evidencia la brecha estructural en materia de competitividad.