Los resultados de la primera vuelta presidencial dejaron un escenario inesperadamente ajustado: Jeannette Jara lideró la jornada, pero sin el margen que proyectaban las encuestas; José Antonio Kast entró fortalecido al balotaje; y Franco Parisi emergió como el actor clave cuyos votos podrían definir la elección.
La primera vuelta presidencial dejó un panorama electoral más estrecho de lo previsto y abrió un escenario completamente incierto para el balotaje. Aunque Jeannette Jara se convirtió en la candidata más votada de la jornada, su resultado —cercano al 27%— quedó por debajo de las expectativas del oficialismo y reveló un techo más bajo del que proyectaban los sondeos. En contraste, José Antonio Kast acortó distancias y llegó a la segunda vuelta con un impulso político claro.
Por detrás de ambos emergió un actor decisivo: Franco Parisi, quien sorprendió con un sólido tercer lugar y se consolidó como la fuerza definitoria de cara a la última etapa.
Durante toda la campaña, Jara se posicionó como la carta más competitiva del oficialismo. Pero su votación final no logró reflejar el respaldo que anticipaban los estudios previos. El resultado la obliga a buscar nuevas alianzas y ampliar su base de apoyo en un terreno donde cada punto será crucial.
Su comando reconoce que el desafío inmediato será disputar el voto de quienes quedaron fuera de competencia, especialmente el electorado heterogéneo y masivo de Parisi.
Mientras el oficialismo procesa presiones internas, José Antonio Kast entró al balotaje con un escenario favorable. Su candidatura fue rápidamente reforzada por los respaldos públicos de otras figuras de derecha que quedaron fuera de carrera.
A ello se suma un sólido desempeño legislativo para su sector: el Partido Republicano aumentó significativamente su presencia en la Cámara de Diputados, consolidando su peso en el próximo Congreso y proyectando una segunda vuelta competitiva.
La sorpresa de la jornada la dio el Partido de la Gente. Franco Parisi superó a candidaturas tradicionales y se instaló en un sólido tercer lugar, ampliando la representación parlamentaria de su sector y confirmando su influencia electoral, especialmente en el norte del país.
Su votación es ahora el botín más codiciado por ambos comandos. Aunque Parisi afirmó que no respaldará públicamente a ningún candidato, su electorado —difuso, autónomo y difícil de encasillar— será determinante para definir al próximo Presidente o Presidenta de Chile.
Los resultados legislativos reflejan un reordenamiento profundo del poder político: la derecha tradicional retrocede, los republicanos crecen, el PDG duplica su presencia y el oficialismo enfrenta un escenario más estrecho que en ciclos anteriores.
Con este panorama, la segunda vuelta se proyecta competitiva, impredecible y marcada por la lucha por conquistar a un electorado que no se siente cómodo con las candidaturas tradicionales.