Rojo Edwards: «Este segundo proceso constitucional carece de legitimidad» Por Jonathan Flores Belmar y Rafael Carneiro.

Pese a que el segundo proceso constituyente fue dominado por el Partido Republicano, el senador de dicha colectividad, Rojo Edwards, asegura que «este segundo proceso constitucional carece de legitimidad». A su parecer, debió considerar un plebiscito de entrada. Sin embargo, no reprocha el trabajo de sus correligionarios. En profundidad, ahora detalla sus razones para votar En Contra en el próximo 17 de diciembre; curiosamente, alineado con las fuerzas de izquierda.

El senador Republicano Rojo Edwards, a contramano de su partido, anunció durante la semana que iba a votar En Contra en el plebiscito constitucional del 17 de diciembre.

Si bien valora el trabajo de los consejeros de derecha, en particular los del Partido Republicano, que dominaron el debate en el pleno, afirma que “este segundo proceso carece de legitimidad, a mi juicio, porque no tuvo plebiscito de entrada”.

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En conversación con BioBioChile, detalla sus razones y asegura que “la izquierda en 5 ó 10 años más va a echarle la culpa de todos los males de la sociedad a esta Constitución”.

El senador insiste en su postura, desde que se inició el camino por una nueva carta magna: “Chile no necesita una nueva Constitución, necesita volver a crecer y meter presos a los delincuentes”, subraya. Aunque también dice que “el texto que se está plebiscitando tiene muchas cosas buenas y avances”.

“Los consejeros republicanos hicieron una buena labor”
—En términos generales ¿Cuál es su reflexión en torno de la nueva propuesta constitucional?

Creo que los consejeros de Republicanos y Chile Vamos hicieron una muy buena labor, pero no tuvieron el tiempo suficiente para que el funcionamiento de la Constitución propuesta pueda cuajar y funcionar bien. Creo que esta dificultad se une también a ciertas bases institucionales, que personalmente yo creo que hay mucha gente en nuestro sector está en desacuerdo. A esto le sumo que Chile, la verdad es que no necesita una nueva Constitución, lo que necesita es volver a crecer y meter preso a los delincuentes.

—Durante la semana usted anunció que votará En Contra ¿Cuáles son sus principales motivos?

Primero, el triunfo del A Favor, que implica probablemente una década adicional de incertidumbre asegurada. Lo segundo es que hay un cambio de paradigma en este texto respecto a la Constitución actual. La Constitución actual considera que las personas son anteriores al Estado y, por lo tanto, el Estado lo que hace es garantizar sus derechos, pero derechos que las personas ya tenían. En el Estado Social de Derecho, quien tiene la potestad de entregar los derechos es el Estado y promete progresividad. Así como el Estado da, también quita. Por lo tanto, este texto constitucional tiene un gran forado, a mi juicio, que es que permite restringir todas las libertades con ley simple y también con potestad reglamentaria. Entonces, por ejemplo, puede haber un muy buen diseño de la libertad de educación; sin embargo, con ley simple se puede contrarrestarlo.

Otra cosa que creo que quedó mal es que se van a judicializar los derechos sociales, porque se permiten recursos a la Corte de Apelaciones y esos recursos judiciales se pueden agrupar en la Corte Suprema y fallar. Entonces en Chile los derechos sociales van a ser obtenidos principalmente por quienes demanden al Estado. Creo que eso también es tremendamente inconveniente. Otra cosa que es inconveniente es que hay muchas cosas que quedaron mal definidas. Por ejemplo, no sabemos qué significan los derechos colectivos indígenas, no sabemos lo que significa Estado Social y Democrático de Derecho y, por lo tanto, vamos a tener interpretaciones distintas -izquierda y derecha- y vamos a terminar en el Tribunal Constitucional (TC). Y el TC generalmente va a fallar según su ideología, que es hoy día más de izquierda.

—¿Cuáles son los principales errores en el nuevo texto constitucional?

Yo diría que los principales errores es que genera incertidumbre, porque obliga al Presidente a mandar 30 leyes. Como no se hizo con acuerdo, todas las diferencias de interpretación van a terminar en el Tribunal Constitucional. Otro error muy grande es el tema de permitir que los documentos anexos de los tratados internacionales puedan ser utilizados para fundamentar las decisiones de los jueces, generando una incertidumbre gigantesca. Creo que hay un problema muy grande en subir a rango constitucional la obligación de los consejeros del Banco Central de tener que utilizar o ceñirse y respetar la política económica del gobierno, porque eso significa que la política monetaria no solamente va a estar para bajar la inflación, sino que también para el gusto de la Presidencia o del Presidente de turno. Entonces creo que hay muchas cosas que no quedaron bien atadas. Otro ejemplo, la igualdad entre hombre y mujer está puesta de manera que tiene que ser igualdad en todos los distintos ámbitos de la vida. Cuando uno lee eso, yo no tengo más que entender que quizás va a tener que haber igualdad no solamente en el Congreso, sino en una panadería o un jardín infantil. O sea, ¿La mitad de los parvularios que atiendan a mi hija van a tener que ser hombres? No sé, creo que hay muchas cosas que no están bien logradas.

—¿Pero eso sería un problema en el parvulario?

No, no, no, yo digo en general. O sea, yo creo en la igualdad de oportunidades, yo creo en la igualdad ante la ley, yo creo que en Chile no hay grupos privilegiados. En este proyecto, por ejemplo, los tratados internacionales se llevan a rango constitucional. Déjenme dar un ejemplo: Convenio 169 de la OIT, artículos 8, 9 y 10, dicen que “cuando se impongan sanciones penales a miembros de pueblos originarios deberá darse la preferencia a tipos de sanción distintos del encarcelamiento”. O sea, una persona que se autoperciba de un pueblo originario nunca va a ir a la cárcel. Yo creo que no hay grupos privilegiados, no debiesen haber grupos privilegiados, pero cuando usted sube a nivel constitucional el tratado de Escazú, genera grupos de privilegiados de los activistas de derechos humanos en materias medioambientales, entonces quedan los principios que yo defiendo; en este caso la igualdad ante la ley, que no haya grupos privilegiados y la igualdad de oportunidades, no están bien reflejados en este texto.

“La izquierda en 10 años más va a echarle la culpa de todos los males a esta Constitución”
—Senador, algunos sectores que votaron En Contra acusan que la propuesta quedó muy a la derecha ¿A su parecer debería haber quedado aún más a la derecha?

Ese no es el punto, cuando uno reclama que algo funciona mal, eso es independiente. Si yo digo, uno de los grandes problemas de este texto es la judicialización de los derechos sociales, porque así lo permite el artículo 26, eso no es un problema de derecha e izquierda, es que los consejeros no tuvieron el tiempo suficiente para hacer que el sistema funcione. Entonces no es un problema de derecha e izquierda. Ahora, efectivamente, aquí hay cosas, como la generación de un Estado Social y de Derecho, que es un estado socialista, que una persona como yo, que favorece el estado subsidiario, porque entiende que el Estado está al servicio de las personas, y no que es el Estado el que me otorga los derechos, sino que los derechos los tengo por ser persona, evidentemente no me gustan, pero el problema no es de derecha e izquierda, es que no funciona bien, a mi juicio.

—Republicanos, su partido, fue clave en la elaboración de la propuesta y anunciaron su postura A Favor ¿Por qué no le gustó el trabajo que realizaron los consejeros republicanos?

No, los consejeros republicanos hicieron una gran labor, mejoraron decididamente el texto de los expertos, pero cuando usted innova en materias constitucionales se requiere mucho trabajo y mucho tiempo. No tuvieron el tiempo suficiente para que el funcionamiento del todo funcione como uno quisiera, pero hicieron trabajo muy bueno, por ejemplo, en libertad de educación, en temas de pensiones, pero se quedó un forado en este caso de que los derechos fundamentales, el derecho a emitir opiniones, el derecho a la educación, pueden ser restringidos en ley simple o con potestad reglamentaria del Presidente. Entonces usted me va a decir, los derechos y libertades efectivamente se respetan, sí, se respetan, pero se pueden modificar con ley simple.

—¿Usted conversó respecto de su postura con los Republicanos?

Por supuesto. Hice ver muchas de mis consideraciones, muchas consideraciones. Aunque hay muchas redacciones que comparto.

—¿Qué le manifestaron desde la directiva por decidir ir contra la corriente?

Lo que pasa es que yo creo que aquí el punto es que yo defiendo la libertad y defiendo a Chile. Y creo que es lo que tengo que hacer, es la responsabilidad que tengo el día de hoy.

—¿Cómo debería haber sido la propuesta republicana para hacer que usted estuviera A Favor?

Es interesante la pregunta, pero creo que esta Constitución, en la forma que terminó redactándose, genera incertidumbre, ¿por qué genera incertidumbre? Porque el presidente va a tener que enviar 30 leyes que van a demorar años de discutirse, porque vamos a perder 40 años de tradición de entendimiento de cada norma. Como no hay acuerdo con la izquierda, cada norma va a tener interpretaciones distintas, entonces van a tener que ir al Tribunal Constitucional a revisarlas, las actuales leyes van a tener que ser adecuadas a la Constitución y, además, como a esta Constitución hoy día se le pone la mochila de que es la Constitución republicana, la izquierda en 10 años más o 5 años más va a echarle la culpa de todos los males de la sociedad a esta Constitución, entonces creo que lamentablemente no hubo el tiempo para mejorar todas estas materias.

—Entonces, a su parecer ¿Sí hubo tiempo suficiente en el primer proceso o tampoco hubo tiempo en esa instancia?

Chile no necesita una nueva constitución, eso es falso. Es falso que la nueva Constitución puede mejorar los problemas de la gente. Por lo tanto, el primer proceso fue fruto de la violencia callejera, utilizada por la izquierda para efectos de generar un proceso que nunca estuvo diseñado para mejorar la vida de las personas. Y en el caso del segundo proceso se hizo sin plebiscito de entrada, porque los políticos sabían que podía ser rechazado. Y todas estas materias inciden también en el sentimiento ciudadano del día de hoy.

Rojo Edwards: “El texto que se está plebiscitando tiene muchas cosas buenas y avances”
—¿Los Republicanos debieron haberse restado de la elección de los consejeros considerando que el partido nunca estuvo a favor del proceso?

Es que esa es una pregunta con el diario del lunes ya impreso. Yo favorecí la postulación de candidatos del Partido Republicano. Y por lo tanto hoy día no puedo venir a decir lo contrario. Efectivamente hay un problema hoy día, pero yo no estoy en condiciones para juzgar con la información del futuro una decisión que había que tomarla con otra información. Así que yo, por lo menos, en eso no tengo reparos al partido.

—Usted señala que la propuesta mantiene la incertidumbre, por el contrario, ¿no le parece que dejar el proceso sin un cierre generaría más incertidumbre?

En el En Contra, la izquierda no va a tener la fuerza para reabrir un tercer proceso. Y lo han dicho. El A Favor asegura incertidumbre, por lo que le decía, porque el Presidente tiene que enviar 30 leyes y porque dado que no hay acuerdo las normas se van a interpretar de manera distinta, por lo tanto no va a haber certezas jurídicas en mucho tiempo. El A Favor asegura inestabilidad e incertidumbre, el En Contra no.

—Entre las tres propuestas constitucionales, la que tenemos actualmente, la que fue rechazada y la actual ¿Con cuál usted se quedaría?

Lejos la mejor es la actual, lejos la peor es la fracasada que se rechazó el año pasado.

—¿Por qué la actual es la mejor?

Porque no tiene forados en su funcionamiento como tiene este texto que se ha propuesto, no permite la judicialización de la relación con el Estado, entiende a un Estado subsidiario que garantiza derechos y no que otorga derechos con todo el poder para quitártelos como es el texto actual, porque le da mucha más independencia al Banco Central y muchas otras materias. Ahora, el texto que se está plebiscitando tiene muchas cosas buenas y avances, por ejemplo en materia de seguridad, se refuerza la libertad de educación, pero tiene el forado de que pueden ser cambiados por ley simple.

—Una encuesta CERC-Mori en mayo señalaba que el 36% de los chilenos apoyan la dictadura de Pinochet. ¿Su postura En Contra responde, en cierta medida, a un respaldo a la figura de Pinochet y su Constitución?

No. Mi postura responde al hecho de que yo soy senador y los senadores tenemos la posibilidad de mirar en largo plazo por cuánto no enfrentamos reelecciones en el próximo ciclo electoral. Alcaldes, concejales, diputados y la mitad de los senadores tienen un problema en que enfrentan elecciones y, por lo tanto, les cuesta más mirar al futuro. Yo tengo un rol que me permite mirar a largo plazo y eso es lo que me permite hoy día decir que esto a Chile no le conviene.

Rojo Edwards: “Chile no necesita una nueva Constitución, sino volver a crecer y meter presos a los delincuentes”
—¿De qué forma la propuesta posterga las urgencias sociales?

Muy simple. 30 leyes de importancia va a tener que enviar para implementar el gobierno esto. Nos vamos a pasar años hablando de la implementación. Vamos a tener que adecuar leyes actuales. Todo el trabajo político se va a centrar en la implementación de esta nueva Constitución. Las urgencias sociales van a quedar absolutamente postergadas. Es evidente, porque tendría plazos el Presidente para enviar todas esas leyes. Lo que más sufre con el A Favor son las urgencias sociales. No van a tener prioridad de aquí a cinco años.

—¿Y de qué forma la propuesta pone en peligro la libertad?

La pone en peligro porque los derechos y las libertades no están protegidos con quórum calificado como está en la Constitución actual. Por ejemplo, si usted quiere afectar la libertad de enseñanza en la Constitución actual, usted tiene que cambiar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza. Si usted quiere afectar la libertad de emitir opiniones, por ejemplo, creando comisiones como la Comisión para la Desinformación para generar verdades oficiales, usted en la Constitución dice que necesita una ley de quórum calificado. Esos dos ejemplos de libertad pueden ser modificados con ley simple o con potestad reglamentaria, si usted ve el artículo 25. Los tribunales van a tener la potestad de solucionar el problema de derechos sociales a quien demande. ¿Quién va a pagar eso? Lo va a pagar el contribuyente. El Estado va a tener toda la potestad, por lo tanto, de exigir más del contribuyente. En el artículo 37, queda un deber expreso del contribuyente de pagar todos los gastos del Estado. Y a medida que el Estado crece, las libertades necesariamente disminuyen.

—¿Y cree usted que un eventual fracaso del proceso generaría cuestionamientos a Republicanos como principal fuerza en el Consejo?

No, porque no tuvieron el tiempo suficiente para hacer más. Y lo segundo, porque acá lo que importa no es ni la candidatura presidencial, ni las candidaturas a senadores, ni ninguna candidatura, ni la popularidad de un partido. Lo que importa es la defensa de las ideas y el devenir de Chile. Son cosas distintas. Yo por lo menos me la juego por ideas y por el devenir de Chile. Esa es mi preocupación principal. Y lo puedo hacer porque soy senador. Y en particular porque no tengo reelección en dos años más.

—¿No teme por las consecuencias políticas que podría generar en su sector?

Lo que estamos viendo es que el En Contra tiene apoyo en izquierda y derecha. Y por lo tanto nadie va a poder arrogarse ese triunfo. Y eso es muy importante y espero que nuestro sector salga fortalecido. Yo creo que si una persona lee este texto, a una persona de centro-derecha, puede gustarle. Y eso lo respeto. Pero una persona que lo lee conscientemente y lo entiende, va a votar por el En Contra. Es lo que yo creo.

—¿La estructura elaborada para el segundo proceso estaba mejor que la primera?

No, el segundo proceso carece a mi juicio también de legitimidad porque los políticos no se atrevieron, a pesar de nuestra insistencia, de hacer un plebiscito de entrada. El diseño nunca fue aprobado por la población.

—¿Un nuevo plebiscito de entrada habría cambiado las cosas?

No, no lo sé. Yo creo que el 17 de diciembre esto tiene que cerrarse para siempre, nunca más hablar de esto para poder preocuparnos de las urgencias sociales. Estoy contrario a toda forma de tercer proceso. Ahora, independiente de eso, mirando hacia atrás, este segundo proceso sí carece de legitimidad a mi juicio, porque no tuvo plebiscito de entrada. Y el primer proceso fue hecho bajo la presión de la violencia callejera. Ahora, que yo vote En Contra no tiene nada que ver con la ilegitimidad de origen. Yo tengo argumentos del propio texto para votarlo, más allá de que sí creo que fue ilegítimo en ambos casos. Para mí es mejor dejar claro que no quiero un tercer proceso, que no me gustó este segundo proceso y que creo que Chile no necesita una nueva Constitución, necesita volver a crecer y meter presos a los delincuentes.